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CUENTOS CIENCIA-FICCIóN
CUENTO CONVERSANDO CON ANUBIS (por Harlan Ellison)
Cuando el Corazón destrozado se paró exactamente a una profundidad de 804,5 metros, media milla hacia abajo, Amy Guiterman y yo conspiramos para agarrar a la Inmortalidad por la garganta y sacudirla hasta que se diera cuenta de nuestra presencia.

Mi nombre es Wang Zicai. De ordinario, el apellido de nuestra familia Wang - que se pronuncia con la "a" de "father", más o menos como si fuera Wong - significa "Rey". En mi caso, significa otra cosa: "Mente que se precipita". Qué apropiado. No me digas que la clarividencia no funciona en mi familia... Zicai quiere decir "suicida". Media Milla abajo, entre el vacío Sahara, en un secreto valle que se mantiene precintado en su eterna serenidad, el Lago del Oasis de Siwa, yo y una joven mujer tan joven e imprudente como yo, Amy Guiterman, de Nueva York, conspiró para hacer una cosa que pudo ciertamente causar nuestra desgracia, si no nuestras muertes por separado.

Estoy escribiendo esto en Yin.
Es el perdido y ancestral lenguaje del pueblo Chino. Se trata de un lenguaje escrito entre los siglos XVIII y XII antes de nuestra era. No solo es antiguo, sino imposible de traducir, Solo hay cinco personas vivas hoy en día, cuando escribo esto, capaces de traducir este manuscrito, escrito en el lenguaje de la Dinastía Yin, que floreció al nordeste, a lo largo del Río Amarillo, mucho tiempo antes de que el hijo de un carpintero presuntamente hubiera alimentado a multitudes con panes y peces, hubiera andado sobre el agua, hubiera ascendido de la muerte. No soy un "cristiano de arroz". No puedes darme de comer y encontrarme escabuyéndome hacia tu dios. Soy Budista, como mi familia ha sido por siglos. Por eso puedo escribir en Yin - que es al moderno chino lo que el Latín clásico al vinícola Italiano - es un acertijo que no quiero resolver en este documento. Dejemos al que o a la que un día desentierre este texto desentrañe las excentricidades que la suerte o la experiencia que me trajo a mí, "Mente que se precipita Hacia El Suicidio" a este lugar media milla por debajo del Oasis de Siwa.

Un desplazamiento de una falla no registrado hasta este momento, por debajo de la Montaña de la Luna ha producido un cataclismo sísmico de 7,5, y ha nivelado pueblos tan lejanos como Bir Bü Kusâ y Abu Simbel. El reconocimiento aéreo y por satélite desde el Golfo de Sidra al Mar Rojo, desde la Llanura Libia al Sudán, muestra grandes fisuras, herniados valles, sobreelevadas estructuras y un nuevo mundo preservado a la vista humana por miles de años. Un equipo internacional de paleosismólogos fue reunido y yo fui llamado desde el Gran Osario del Gobi por mis superiores de la Academia Mongola de las Ciencias de Ulan Bator para abandonar mi triceratops y volar al medio del infierno en la tierra, el gran océano de arena del Sahara, para asistir a la excavación y análisis que alguien dijo que iba a ser el descubrimiento del año.

Alguien dijo que era el Mítico Santuario de Ammon.
Alguien dijo que era el Templo del Oráculo.
Alejandro Magno, en la verdadera cúspide de su fama, fue llamado al templo, y fue llamado por el Omnisciente Oráculo que allí mora.
Y allí llegó, desde la orilla de Egipto, bajando por el profundo Sahara, buscando el Oráculo. Está registrado: la expedición perdida, errando desesperadamente, sin agua y sin confianza. Entonces los cuervos llegaron para guiarles a través de la Montaña de la Luna, bajando a un oculto valle sin nombre, al Lago del Oasis de Siwa, y en su centro... al templo, el Santuario de Ammon. Así está registrado. Y una cosa más: en una pequeña y oscura cámara con tejado de palma, los sacerdotes egipcios dijeron a Alejandro algo que le afectó por el resto de su vida. No está registrado qué le dijeron. Y nunca más, en ninguna circunstancia ha habido indicios para creer que el Santuario de Ammon haya sido visitado por hombre o mujer civilizada alguna.

Ahora, Amy Guiterman y yo, ella por el Museo de Brooklyn y yo Graduado con Honores por la Universidad de Beijing, los dos juntos, hemos seguido la ruta de Alejandro desde Paraetonium a Siwa y aquí, cientos de kilómetros más allá de cualquier pensamiento o acto humano, media milla debajo, donde la garra gigante excavadora ha detenido su abrasión, nosotros dos, ambos con un simple pico y pala, de pie en la última y fina capa de polvo compactado y roca que sirve de techo a alguna gran estructura yacente bajo nosotros, una sombra recogida por la más avanzada técnica de resonancia en profundidad, verificada sobre el terreno por magnetometría de protones de libre presión, y mediante radar de penetración en suelo, traído desde el Sandia National Laboratory de Albuquerque, Nuevo Méjico, en los Estados Unidos.

Algo grande yaciendo bajo nuestros pies.
Y mañana al amanecer el equipo se reuniría para profundizar y compartir los descubrimientos, cualesquiera que fueran.
Pero yo he tenido conocimiento del cuerpo de Amy Guiterman, y ella era tan intrépida como yo,"Mente que se precipita Hacia El Suicidio", y en un momento de locura, un momento que debió haber pasado, pero no lo hizo, salimos hacia el campo, y fuimos hacia el lugar, bajamos por nuestra cuenta, llevando soga de nylon y crampones, potentes linternas, y pequeños instrumentos de grabación, paletas e instrumentos para remover la tierra, cámaras y carabinas. Un pico y una pala; no tengo excusa. Eramos jóvenes, éramos intrépidos, cada uno estabo enamorado del otro, y nos comportamos como niños traviesos. Lo que sucedió no debió haber sucedido.

* * *

Atravesamos la capa final de aluviones y pasamos entre las piezas rotas. Nos situamos sobre un techo de piedras encajadas; basalto o puede que mármol, no podría decirlo inmediatamente. Seguro que no era granito, mucho más no supe. Una masa compacta. Usando el pico
abrí una brecha en el antiguo y compactado mortero. Resultó mucho más rápido y fácil de lo que hubiera pensado, pero entonces, solía cavar en busca de huesos, no sobre edificios. Traté de colocar cuñas de madera a lo largo de la fila compacta de piedras, hasta que hube rodeado el perímetro completo. Entonces, introduciendo la punta del pico en la fisura, comencé a elevar la piedra, deslizándose las cuñas más profundamente, impidiendo al enorme bloque volver a su posición. Y finalmente, a pesar de que el bloque tenía al menos sesenta o setenta centímetros de grosor, pudimos inclinarlo y haciendo fuerza con nuestras espaldas contra el lado opuesto del agujero que habíamos cavado en el extremo del hoyo, pudimos usar nuestras fuertes piernas juveniles para forzarlo a desplazarse hacia atrás y hacia afuera, más allá del punto de equilibrio y cayó al exterior con estrépito.

Un fuerte viento escapó por la apertura que cerraba la piedra. Un fuerte viento que se retorcía desde abajo en un oscuro remolino que de hecho no podíamos ver. Amy Guiterman soltó un débil sonido de miedo y sobresalto. Lo mismo hice yo. Entonces ella dijo:
- Debieron de haber usado gran cantidad de carbón vegetal para colocar estos bloques de roca caliza en su lugar
Y entonces supe por ella que ni eran mármol ni eran basalto.
Mostramos cada uno al otro nuestra valentía dejando colgar nuestros pies a tavés de la apertura, sentándonos en el extremo e inclinándomos hacia el viento. Olía agradable. No es un olor que hubiera percibido anteriormente. Pero no un olor estancado. No corrupto. Dulce como a cara lavada. Dulce como de fruta fresca. Entonces encendimos nuestras linternas y lanzamos los rayos hacia abajo.

Nos sentamos exactamente sobre el techo de la gran cámara. Ni pirámide ni mausoleo. Parecía ser una inmensa sala llena con enormes estatuas de faraones, y dioses con cabeza de animal, y criaturas de forma ni humana ni animal... Y todas ellas estatuas gigantes. Quizás cien veces el tamaño real.

Directamente bajo nosotros la noble cabeza de un gobernante de tiempos remotos, llevando la "nemes" en la cabeza y la regia barba ritual. Donde nuestra actividad de cavar ha producido una lluvia de piedras, la reluciente superficie amarilla de la estatua ha sufrido desconchados y material más oscuro ha quedado al descubierto.
- Diorita - dijo Amy Guiterman. - Cubierta de oro. Puro oro. Lapislázuli, turquesa, granates, rubíes... el tocado de la cabeza está formado por miles de gemas, todas precisamente talladas... ¿lo ves?
Pero yo ya estaba bajando. Tras haber fijado las cinchas de mi cuerda de alpinismo alrededor del resquebrajado bloque, ya estaba resplandeciendo bajo la cuerda para posicionarme en el primer saliente que pude alcanzar, el vacío lugar entre las plácidas manos del faraón que reposaba sobre sus doradas rodillas. Oí a Amy Guiterman abriéndose paso justo detrás y por encima de mí.

Entonces el viento subió de nuevo, de repente, chillando y envolviéndose alrededor de mí como un monzón, y la soga fue arrebatada de mis manos, lo mismo que la linterna; y yo fui zarandeado, y algo puntiagudo me cogió por la parte trasera de la camisa, y fui empujado hacia adelante, para caer sobre mi estómago, y sentí el frío viento en mi desnuda espalda. Y todo estaba oscuro.
Entonces sentí frías manos sobre mí; en todas direcciones, a mi alrededor; alcanzándome, tocándome, probándome, como si fuera un corte de carne sobre un mostrador; Sobre mí, oí a Amy Guiterman chillando, sentí las mitades de mi rasgada camisa, volver sobre mí,
y entonces mi pañuelo y después mis botas, y a continuación, mis calcetines, reloj y gafas.

Me esforcé para situar mis pies en una posición adecuada para lanzar un ataque o un golpe mortal. No soy un héroe del cine de acción, pero quienquiera que tratara de obtener mi vida, para conseguirlo, tendría que luchar contra mí por ella.

Entonces, desde abajo, comenzó a ascender la luz. Una luz potente, la más brillante que jamás he visto; como una niebla resplandeciente.
Y a medida que iba subiendo, pude ver que la niebla que llenaba la gran cámara entre nosotros estaba tratando de alcanzarnos, de tocarnos, de sentirnos con manos de efímera y brillante luz fantasmal. Manos muertas, manos de seres y hombres que pudieron nunca haber existido, o bien, de haber existido, les fueron denegadas sus vidas. Sus manos alcanzaron. Buscaron. Imploraron.

Y ascendiendo desde la niebla, con un aullido, Anubis.
Dios de los muertos, con cabeza de Chacal, conductor de almas, el que abre el camino hacia la otra vida. Embalsamador de Osiris. Embalsamador de momias, regulador del pasaje por la oscuridad. vigilante del funeral interminable. Anubis llegó y fuimos, de repente, abandonados, avergonzados y solos. la chica americana y yo, quienes hemos actuado impetuosamente, precipitándonos hacia nuestra propia destrucción.

Pero no nos mató, y no nos capturó. Cómo pudo él... ¿Acaso no estoy escribiendo esto para algún imposible lector que nunca será encontrdo? Gruñó de nuevo y sus manos de nuevo sobre los buscadores, como perros azuzados con látigo dentro de la perrera, y allí, en la suave y dorada luz reflejada por la imagen del faraón muerto, hace tantop tiempo que incluso se desvanece el recuerdo de su nombre, en el lugar situado media milla por debajo, el gran dios Anubis nos habló a nosotros.




En principio pensó que éramos "el gran conquistador" que regresaba de nuevo.
- No- le dije, - no Alejandro.
Y el gran dios rió, con una risa tan terrible y fina que parecía capaz de cortar el papel o rasgar los globos oculares.
- NO éste, desde luego- dijo el gran dios - ¿o acaso no le revelé yo ya el gran secreto?¿Por qué querría él regresar?
Y Anubis rió.

Yo era joven y alocado, y le pedí al dios con cabeza de chacal qu me revelara el gran secreto. Si habría de perecer allí, al menos quería llevarme al más allá una gran sabiduría.
Anubis se rió a través de mi.
- ¿Sabes por qué guardo esta tumba?
Dije que no lo sabía, que tal vez fuera para protegerse la sabiduría del Oráculo, o para mantener oculta la ubicación del Santuario de Ammon, que fue revelada a Alejandro.
Y Anubis se rió de nuevo. Risa brutal que me hacía desear que no me hubiera nunca crecido la piel o tomado aire en mis pulmones.

- Este no es Santuario de Ammon- dijo.
Lo último que él podría haber dicho. Pero eso es lo que siempre ha sido: la Tumba del Más Maldito, el Desafiante, la Némesis, El Asesino de los sueños, que duran dos veces seis mil años. Guardo esta tumba para denegarle el paso al Más Allá. Y la guardo para preservar el gran secreto.
- ¿Entonces no nos piensas matar?-. Detrás de mí oí a Amy Guiterman bufar con incredulidad, que yo, un licenciado por la Universidad de Beijing, pudiera preguntar semejante imbecilidad.
Anubis me miró de nuevo y dijo:
- No, no tengo por qué hacerlo, ese no es mi trabajo.
Y entonces, sin apresurarse en absoluto, me dijo, y le dijo a Amy Guiterman, del Museo de Brooklyn, nos dijo el gran secreto que yacía bajo la arena desde los días de Alejandro. Y entonces nos dijo de quién era dicha tumba. Y entonces se desvaneció entre la niebla. Y entonces trepamos hacia afuera, mano sobre mano, porque nuestras sogas habían desaparecido, y mis ropas habían desaparecido, y el equipamiento de Amy Guiterman, con los repuestos, habían desaparecido, pero todavía nos quedaban nuestras vidas... Al menos por el momento


Escribo esto ahora, en Yin, y dejo reseñado el gran secreto con todos sus pormenores. Todas sus partes, y los tres colores, y los nombres especiales, y el proceso. Todo está aquí, para cualquiera que lo encuentre. porque la tumba ha desaparecido de nuevo. Terremoto o dios-chacal, no puedo decirlo. pero si hoy todavía, al contrario que las otras noches, encuentras estas sombras entre la arena, debes buscar el vacío.

Ahora seguimos nuestros caminos por separado. Amy Guiterman y yo. Ella hacia su destino, y yo hacia el mío. No lleva mucho tiempo encontrarnos.

En lo más alto de su poder, poco después de visitar el Templo del Oráculo, donde se dijo que algo le había afectado para el resto de su vida, Alejandro Magno murió a causa de una picadura de mosquito, se dijo. Alejandro Magno murió a causa de una sobredosis de bebida y libertinaje, se dijo. Alejandro Magno murió asesinado, fue envenado, se dijo. Alejandro Magno murió a causa de unas fiebres prolongadas, sin nombre, o neumonía, o tifus, o septicemia, o fiebres tifoideas, o por comer en platos estañados, o por malaria, se dijo. Alejandro fue un valiente y enérgico rey en la cima de su poder, está escrito, pero durante sus últimos meses en Babilonia por alguna razón que nadie ha sido nunca capaz de explicar satisfactoriamente se dio a la bebida en exceso y al libertinaje nocturno... y entonces la fiebre vino a por él.
Un mosquito, se dijo.

Nadie se preocupará jamás en decir lo que me habrá pasado a mí. O a Amy Guiterman. Somos insignificantes. Pero conocemos el gran secreto.

A Anubis le gusta conversar. El dios-chacal, no tiene secretos que le interese guardar. Lo cuenta todo. El secreto no es su trabajo. Venganza es su trabajo. Anubis guarda la tumba y eon tras eon se venga por sus compañeros dioses.

La tumba es la última morada de aquél que mató a los dioses. Cuando la creencia en los dioses desaparece, cuando los devotos de los dioses vuelven su cara hacia otro lado, entonces los dioses mismos se desvanecen. Como la niebla que sube y las súplicas, se van. Y aquél que yace allí encriptado, guardado por el señor de los funerales, es el que trajo al mundo el olvido de Isis, Osiris, Horus y Anubis. Es aquél que abrió el mar , y aquél que vagó por el desierto. Aquél que bajó de lo alto de la montaña, aquél que trajo de vuelta la palabra de otro dios. ES Moisés. Y para Anubis la venganza todavía no es dulce, es eterna.

Yo entierro este escrito ahora, y sigo mi camino, llevando el gran secreto, dejando solo esta advertencia para cualquiera que todavía pueda estar buscando el Santuario perdido de Ammon. En palabras de Amy Guiterman, de Nueva York, dichas a una deidad con cabeza de chacal: "Tengo que decírtelo, Anubis, pero eres un "hueso" (*)

(En "Harlan Ellison's Dreams Corridor, nº 4" )
- Premio Bram Stoker 1994



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