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CUENTOS CLáSICOS
CUENTO CUENTO MAPUCHE (por Alfredo Francisco Humberto Juillet Frascara)
- " Yo pido tres vacunos, veinte pollos y un terreno para sembrar."- Dijo el padre de la novia.
Neculman bajó la cabeza, pues no tenía ni los pollos.
- ¿ Oiga, pero Ud. sabe que yo no tengo nada !" - Dijo con la mirada en el polvo.
- Así será, pues, hombre. Pero yo, a mi hija, no se la voy a dar a cualquier pobretón que no halla
sabido ganarse las cosas por su mano. ¡Hasta luego !"- Dijo el padre de la doncella, y se fue del lugar.

Neculman apretó los dientes, enrabiado con la fortuna adversa que le estaba tocando. Se dirigió hacia los cerros.
Allá , su enojo se fue diluyendo de a poco, con el viento que pasaba por sobre las piedras y los matorrales.
Era invierno en Araucanía chilena. Ya de noche, volvió a su rica. Su padre le miró, sin hablarle.
Todos ya sabían su problema. Desde que había visto a la doncella llamada Coligue, ya no era el mismo ;
callaba casi todo el día y su mirada era angustiosa.
- ¿Qué le pasa, hijo ?"- Preguntó su madre.
- ¡ No me pasa nada. iñora !"- Le respondió Neculman, torciendo el gesto. Pero, no comió. Y se acostó a dormir
vuelto hacia las cañas de la pared. Pasaron los días. No llovía y era invierno.
- Se van a dar malas las cosechas, este año."- Farfulló Matucale, el padre de Neculman.
- "Hay que pedir ayuda."
- ¿A quién ?"- Inquirió su hijo.
- Ud. ya sabe a quién se le pide, hijo !"- Respondió Matúcale, mirando hacia el cielo.
- "A Coi ."- Añadió, más explícito.
- Pero...Coi no nos quiso oír una vez , padre."- Le retrucó Neculman- " ¿Recuerda, padre? Los viejos cuentan
que Coi peleó con Ten, los dos transformados en culebras poderosas, pues Coi iba a desbordar las aguas, haciendo salir al mar de su lecho, y Ten volvió a las gentes en peces y rocas, para que no se ahogaran. "Y como las gentes subían a los cerros, haciendo que Ten subiera más y más hacia el lejano sol...,muchos se quemaron , hasta que Coi no tuvo de adonde sacar más agua y tuvo que dejar de lado sus ideas de muerte... "Pero muchos de los hombres, los transformados en rocas y peces, no pudieron retomar la figura humana y les quedó de consuelo el entretenerse con las mujeres, cuando éstas se iban a bañar , o a mariscar.
" Matúcale guardó silencio. Días después , toda la tribu reclamaba por la escasez del agua. Neculman se iba, con otros muchos, a cazar a los montes, pasando el día en esas labores, regresando con pájaros y animales pequeños por la noche. Y no había agua para hervirlos, debiendo asarlos al fuego, con lo que los ancianos y niños debían comer los trozos machacados. El Voiguevoi dijo:
- " Yo voy a tratar de convencer al Pillán. Yo voy a luchar en contra de las maquinaciones de los brujos y hechiceros que nos están echando este mal.
"No digo que sean de estas tierras: han de ser brujos y hechiceros de
los enemigos.
" Todos rechinaron los dientes, pensando que los enemigos ( una tribu que habitaba a un día de marcha ) podían ser realmente quienes los estaban perjudicando . El Voiguevoi agregó:
-" Y todos tienen que ayudarme, porque entre todos tenemos más fuerza.¡ Los del huenu vamos a pedir todos juntos que llueva, para que no muramos de hambre." Esa tarde hubieron diligentes preparativos, que duraron hasta la mañana siguiente, en que comenzaron la ceremonia, con gran respeto. Hombre y mujeres formaban un gran corro, en fila de a uno en fondo. Giraban lentamente alrededor de un altar, en el cual las ramas de canelo colgaban de los postes. El Voiguevoi quemaba ciertas ramas y ciertos polvillos y lanzaba imprecaciones al Huenu, con devoción.
El sol radiante de la sequía lanzaba sus rayos de oro sobre las negras cabelleras. Alrededor del circulo en movimiento ,
el pueblo conformado por hombre, mujeres y sus niños, ayudaba en los cánticos y en las exclamaciones .
Se levantaba , como del suelo mismo, los gritos y cantos de la raza mapuche. Neculman estaba entre los que miraban girar a los del corro. La ceremonia llegó a su final poco después del mediodía, quedándose todos atisbando hacia el despejado cielo, con esperanza. ¡ Ya se había hecho lo que había que hacerse ! Ahora era cosa de esperar, pensando en que las cosas se iban a arreglar , cuando cayera la lluvia del alto cielo. Pasaron cuatro días, y aún no llovía.
Entonces, se produjo la tragedia. Huentelauquen, hermano de Neculman, aprovechando una tarde en que Pillauquén, cazador, volvía de los cerros, lo cogió del cuello y lo aturdió de un piedrazo. Cayó sobre Pillauquén y en el suelo le abrió el corazón con un cuchillo de piedra, y lo mordió, mientras lloraba, pues era su hermano menor.

Corrió con ese corazón hasta llegar bajo un árbol, y lo enterró. El cuerpo sin vida lo arrojó a una quebrada, quedando en su pedregoso fondo. Cuando llegó a la ruca familiar, todos le miraron asustados por su expresión desesperada. El padre, Matúcale, preguntó :
-" ¿Qué has hecho, Huentelauquen? ¿Has cambiado a tu hermano por agua?
" Huentelauquen bajó la cabeza y no respondió
- Te vieron matar a Pillauquen. Te vieron enterrando " eso" debajo del árbol del canelo. Mejor te vas de aquí, antes de que yo mismo te mate." Huentelauquén salió de la choza, a paso firme, dirigiéndose hacia la montaña.
Pero los efectos del sacrificio fueron inmediatos. La noche del día del crimen, se sintieron truenos, cayendo rayos en la cordillera de los Andes; iluminaban los cerros con las descargas. Y nevaba , cayendo lluvia en las tierras bajas. Habían llegado las nubes negras desde el sur. Habían llegado como un manto, rápidas, cual si una mano poderosa las hubiera arrojado sobre los cielos del poblado mapuche. El agua caía y caía, bajando desde los cerros, trayendo el barro y la piedras, resonando fuertemente en su camino .

Huentelauquén, mojado, se guarecía bajo unas rocas, mirando correr hacia el pueblo el agua de la tormenta.
En su mente había soledad y silencio. Su ego, dormido, le hacía ver el agua de la lluvia , las renegridas nubes,la pálida luz... estaba como en otro mundo. Las ráfagas de lluvia le mojaban el cuerpo, sus pies en el barro ,y su alma ajena a todo. Se sentía vacío, recordando a su hermano , con expresión de sorpresa, siendo apedreado por él sin compasión Recordaba el corazón, ese órgano vivo que había sido la base de la vida de Pillauquen, destilando sangre sobre los terrenos secos. El había mordido ese despojo, para así cumplir la Ley que haría llover. En la tribu todos estaban agradecidos de Huenu, por las lluvias. Pero era una lluvia triste, pagada con sangre de un hombre. Todos sabían que Pilauquen era el que había pagado porque todos siguieran viviendo, aunque no lo hubiera hecho voluntariamente. Sacaban cántaros desde las chozas y juntaban agua de lluvia ,pues era agua sagrada. Sabían que para obtener ciertas cosas había que despojarse de ciertas otras. Aunque pareciera que algo malo existía en esas costumbres ancestrales, era parte del patrimonio tribal. Estaban siendo gobernados por seres poderosos e invisibles. Tras el período de las lluvias las siembras fructificaron, siendo esta vez las lluvias más copiosas que en años anteriores, como queriendo suplir la tardanza en llegar.

Y ya casi nadie se acordaba de Pillauquen, en la hora de las cosechas. Sólo Huentelauquen lo tenía vívidamente grabado en su mente, mientras cazaba o pescaba, entre cerros y lejos del poblado. Neculman miraba a Coligue, la joven, desde lejos. Y ella se reía, pero también a veces se detenía a mirarle, con lo cual el hombre sentía aún más fuerte el deseo de tenerla para sí. La cosecha fue buena. Hubo alimentos para todos. Los choclos abundaban , grandes y dulces. Las aves y los demás animales se cogían por decenas. Los lazos, armados en la noche, por la madrugada mostraban casi siempre alguna presa, siendo la excepción cuando algún zorro pasaba por el lugar, aprovechando de comer al animal sujeto a la cuerda. Los úlmenes, los más ricos del pueblo ,se reunieron , para decir :

-" Tenemos que declararles la guerra a los enemigos del norte, y así ganaremos en animales y mujeres. "Hay más
de trescientos hombres sin mujeres, en el pueblo. La mayoría no tiene mujer. Y hay que tener hijos. "El enemigo vive en tierra de manantiales, y no han sufrido por la sequía que nos afectó. Vamos a tener que irles a quitar las mujeres , y el que tenga miedo, que hable, para echarlo del pueblo .
" ¡ No queremos corazones tibios, en esta reunión de hombres ! " La reunión se prolongó pro varios días, hasta que se llegó al acuerdo unánime de hacerle la guerra a los del norte. Se eligió el Ngentoqui, jefe militar, y con el hacha o emblema del mando, dijo:
-" ¡ Soy Trarilonco ! estamos todos juntos , en un mismo corazón ardiente. ¡ Soy el Ngentoqui! Me gané la jefatura con mi fuerza. Pido a los hombres que me ayuden, con mano firme y corazón limpio. Vamos a ir a pelear!" Bebió pulque, y continuo:"
- Los hombres van a hacer lanzas , arcos y flechas. Las mujeres nos van a entregar la comida para el viaje, en bolsas. "Vamos a hacer que este pueblo recupere las mujeres, para que ellas puedan tener hijos nuestro, que pueblen las rucas vacías del final del pueblo." El Ngentoqui eligió a sus oficiales, de entre los más fieros.
Los ojos de los hombres solteros refulgían al pensar en que por fin tendrían sus parejas, ya que en el pueblo las mujeres eran pocas , siendo las más muy viejas para engendrar. Se hicieron los cordeles de diferentes colores y tamaños, trenzados con nudos, para irlos desatando a razón de uno por día, para llevar el control del tiempo que duraría la guerra. Dieciocho días después partió el grupo de guerreros, con sus lanzas y arcos, hacia el norte. El pueblo del norte ya los esperaba. ¡ Ya sabían lo que se les acercaba ! También se habían preparado para el combate, haciendo nuevas lanzas y aumentando el número de flechas. Y era una tribu numerosa, con muchas mujeres y niños. Se sentían seguros de poderles rechazar, y quizás fue por esa seguridad que perdieron la guerra. Los solteros atacantes pelearon como leones. Los casados se imaginaban lo que les sucedería
a sus mujeres, si perdían esa guerra. Pelearon bravamente, hasta dejar mal heridos , o muertos, a los guerreros del poblado del norte. Tras el triunfo, tomaron a todas las mujeres que podían servirles, y las acarrearon en un gran grupo , amarradas una a otras por los tobillos, aunque muchas se tiraban al suelo, negándose a caminar, lo que hacía demorar la marcha. Lloraban muchas mujeres, por sus esposos muertos en la batalla.
Al fin llegaron a su pueblo los guerreros del Ngentoqui Trarilonco, en medio del alborozo de los mozalbetes, el llanto de las mujeres apresadas y las canciones de victoria de los guerreros. También llegaban hombres prisioneros, los guerreros heridos en la batalla. Se les llevó ante el Tótem y con cantos propiciatorios se les ofreció sus vidas al Pillán, en agradecimiento y expiación. Con cuchillos de piedra muy afilados comenzaron a despedazar a los prisioneros, por donde más les doliese. Los gritos parecían llegar al cielo.
Todos, sin embargo, no fueron sacrificados ante el tótem, y éstos así dispensados eran asesinados de un modo más rápido y expedito. También habían traído animales, los que fueron repartidos entre los jefes ancianos y los guerreros.
A Neculman le tocaron dos mujeres, una de ellas algo vieja ya. El había demostrado su bravura como cona ( guerrero) También recibió algunos pocos animales. Cambió la mujer joven por un terreno, y ofreció los animales y las tierras al padre de Coligue, Nechupan.
- ¡ Bueno, Nechupan ! Aquí le traigo estos animales, más un terreno que le compré a Mrinipao. Se lo ofrezco todo por su hija Coligue.
-" Vamos despacio, primero!"- Gruñó Nechupan.
- " Quizás si a Ud. lo quieren, o no. " Fue llamada la doncella, quien llegó con sus ojos gachos...¡
Pero sonriendo a cada instante ! Nechupan dijo:
-" Este hueñe te viene a pedir como su mujer. ¿Te quieres ir a vivir con él?" Ella no respondía, sus mejillas enrojecidas.
-" ¡ Contesta, pues, hija ! Porque si no quiere Ud., no se me vá. Yo no soy ningún pobre hombre, para tener que dar a mi hija por unos animales y un terreno sin riego!" Neculman chirrió los dientes, pues sabía que el terreno sí tenía agua. ¡ Le estaban empezando a despreciar la oferta ! Pero no dijo nada, porque no se había
llegado aún al final de las conversaciones. Ella, pareciendo encontrar el uso de la voz, musitó con voz increíblemente suave :
" - Bueno, padre. Me iría con este cona, siempre que Ud. me dé la autorización."
- " Ya, vuelva adonde su madre, entonces!"- Pidió su padre.
Una vez solos, Nechupan dijo:
"- Ya oyó a mi hija. Se vá con Ud, entonces, pero me la tiene que cuidar mucho. Y vaya trayéndome los animalitos.
" - Muy bien, el terreno y los animales son suyos. Iré a buscar los animales, y a la tarde iremos al terreno, para que lo vea." Esa tarde , tras dejar los animales en la propiedad de su futuro suegro, fueron ambos al terreno cambiado por la joven mujer. Después, feliz, comunicó Neculman a su lov ( consanguíneos) la feliz noticia - no que ya no lo supieran, pues en la tribu todo era vox populi cinco minutos después de las acciones.
- Coligue será mi esposa."- Reía, y todos se alegraban mucho, poniéndose de inmediato a beber, para celebrar tan grata noticia. Debían raptarla , y para ello Neculman invitó a todos sus amigos solteros, y a algunos casados, para esa noche ir a raptar a la novia, que estaba siendo resguardada ya por los suyos. Pero aquí pasó algo
desagradable para Neculman : eran más de 40 sus amigos, siendo sólo 15 los resguardadores de la bella Coligue.
Pero, como bebieron tanto los amigos de Neculman, a la hora de partir, sólo habían 7 en pie. Y esos siete contando al propio novio, estaban beodos. Sin considerar la falta de fuerza con que se iban a enfrentar a los familiares de la novia, los cuales estaban menos bebidos, se dirigió a la ruca de Nechupan y su hija Coligue .
Los siete bravos entraron a la ruca, lanzando rugidos de valor, pero los quince defensores m, entre los cuales se hallaban algunos conas viejos, les dieron tal tunda de palos, puñetazos y peñazcasos, que casi los mataron.
Arrastrándose fuera de la ruca como pudieron, escaparon hacia los cerros, pues hasta allá les fueron a corretear los defensores, a peñazcasos y lumazos. Al día siguiente de la golpiza, fuera de los chichones, cortaduras y magullones, debieron soportar todos, los ebrios que no fueron, y los bravos que sí fueron, las burlas de toda
la tribu, lo cual hizo que varios de ellos se fueran a cazar por varios días, para así dar tiempo a que la gente se olvidara un tanto de lo que había pasado. ¡ Para qué decir cómo se sentía Neculman ! Había sido uno de los primeros en arrancar para los cerros, avergonzado de lo sucedido en la ruca de su novia. Volvió, sin embargo, al tercer día, a conversar con el padre de Coligue, quien reía y se burlaba de él, diciéndole :

" - Ahora vas a tener que esperar, Neculman, porque no te resultó el rapto. ¿Quería llevarse a mi hija, no ?"
Y reía , apretándose el hinchado vientre . pues ya se había comido , de pura alegría, uno de los animales de la dote. También reían las mujeres y niños , que saltaban alrededor de ellos. Muy avergonzado Neculman, siguió viviendo su vida de soltero, hasta que su suegro le dijo:-" ¡ Bueno, parece que ha sufrido harto, ya !
Han pasado dos meses ...llévese a su mujer, y para otra vez ¡ no tome tanto !" Y se largó a reír. Neculman se fue feliz a buscar a Coligüe esa misma noche, para que no se burlaran tanto de él, y se dirigió a la ruca que había construido en las cercanías de la de su propia familia.

FIN 6.6.1996.- A.J.F.


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