Cierto día, la hormiga vio pasar un perro con  tres zapatos de distinto  color.
 - ¡ Que mal vestido y harapiento se ve usted !, ni afeitado se le ve,  me parte el corazón ver un animal en sus condiciones, por favor perro, desaparezca de mi vista -dijo la hormiga
 - Lo siento, doña hormiga, excúseme si la he molestado, busco en el camino un zapato que ya no use nadie y algo de comer -contestó el perro.
Desde ese día la hormiga, jamás a nadie volvió a juzgar, arrojó al río su ligereza para hablar, al viento su vanidad  y volvió a ver, mirando con el corazón  a los demás.
De pronto el perro se quitó los zapatos, cuando a una hormiga que le faltaba una pata vio,
entonces no comió, ese día su corazón también se alimentó  y al Creador, millones de  gracias dio.
autor;
Jaime Eduardo Castellanos Villalba
Cúcuta - Colombia