Cuenta una historia que Cuchulainn no se había enamorado jamás, a pesar de que todas las jóvenes estaban más que dispuestas hacia él, ya que era el guerrero más famoso de Ulster. Y todos los caballeros le sugerían que buscara una esposa, pero su corazón permanecía inalterable.
Un día fue invitado a un banquete en el palacio real, donde conoció a la bella Emeth, hija de Forgall, señor de Lugach, y su corazón se inflamó de amor por la joven, y decidió en el acto pedirla en matrimonio. Así al día siguiente, se dirigió sin demoras al castillo de Forgall, acompañado de su amigo y cochero Loeg.
Cuando llegó Emeth se encontraba en las almenas de la fortaleza, bordando con sus doncellas. La madre de Emeth, dijo:
-Uno de los hombres que se acercan parece ser el más atractivo de toda Erin, pero su expresión es triste…
Cuando el carro se detuvo en el patio de la fortaleza, Emeth se acercó a saludar a Cuchulainn. Pero cuando este le revelo el motivo de su visita, -el amor que sentía por ella-, la joven le explicó que no podía desposarse hasta que no lo hiciera su hermana mayor, pues esas eran las reglas de la familia.
-Pero no es a ella a quien amo, sino a ti -respondió el héroe,- y volveré, triunfador por ti a reclamarte.Mía será esa llanura, la dulce y mágica llanura que conduce al valle de la doble esclavitud.
-Nadie llega a esta llanura sin antes haber cumplido con sus deberes, y los tuyos aún están por comenzar a ser cumplidos... fue la replica de la joven.
Cuchulainn montó en su carruaje, y se fue. Pero las palabras de Emeth habían calado hondo en su mente, entonces al día siguiente comenzó a prepararse para la guerra y las hazañas heroicas que Emeth le pedía que realizara.
Entonces comenzaron sus heroicas hazañas, la derrota de Scatagh, la diosa guerrera, y el aniquilamiento de los malévolos hijos de Nechtan, los mismos que habían asesinado a incontables hombres del Ulster. Cuchulainn obtuvo fama, gloria y un gran botín de sus hazañas, y una vez concluidas, se dirigió a buscar a Emeth. Una vez en el castillo de Forgall, solicitó formalmente la mano de su amada, y dejó la dote correspondiente a la hermana mayor, como era la costumbre.
Y así fue conquistada. Cuchulainn la llevó a Emain Macha y la hizo su esposa, para no separarse jamás hasta el momento de su muerte.