Una vieja arrugada y regañona,
todavía juzgandose persona,
y olvidada de que es género añejo,
un día se miraba en un espejo:
y viendo en él su mísera figura,
vota, maldice, jura,
y se araña la cara sin consuelo:
Echa el espejo al suelo
Y desde lejos dice balbuciente.
Lindos espejos se hacen al presente.
¡Ah! bien hayan mil veces los de antaño.
De esata suerte se admite el desengaño.
Lección / Moraleja:
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